Roberto R. Rodríguez
R.
CERRO
MARAVILLA (Puerto Rico) Recorrer la ruta
que lleva desde San Juan a Cerro Maravilla (también renombrado Cerro de
los Mártires) en Villalba, Puerto Rico, unas dos horas de carretera, es sentir
la emoción de quien viaja hacia el encuentro con la historia del sacrificio
heroico que en 1978 se escribió con la sangre de la inocencia traicionada y que
puso al desnudo la conspiración contra la patria de Pedro Albizu Campos. La
misma sangre que corrió cuesta abajo y ahogó en pueblos y ciudades puertorriqueños
la impunidad y las mentiras conque el fascismo pretendió encubrir la vandálica
acción acunada por quien actuando en nombre de la ley y al servicio del poder
extranjero encabezó el entonces gobernador neofascista Carlos Romero Barceló.
Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví, dos jóvenes
independentistas, fueron llevados el 25 de julio de 1978 a Cerro Maravilla por
un agente encubierto bajo el engaño de acometer una acción político-militar con
la excusa de conmemorar dos hechos trascendentales ocurridos en Puerto Rico en
ese mismo día pero de 1898 y 1952. El primero el desembarco de tropas
norteamericanas que terminó convirtiendo a Puerto Rico en colonia y la
proclamación de la constitución del Estado Libre Asociado que aún rige, pero en
1952.
Algo más de 35
años después, aunque el lugar donde ocurrieron los hechos se encuentra en un
notable abandono, no así en la memoria de los ciudadanos contemporáneo que
vivieron el desarrollo de los acontecimientos que hasta hoy son temas de
conversación entre los puertorriqueños.
Aunque las
opiniones sobre los hechos del 25 de julio de 1978 pueden variar de acuerdo con
la idea política de cada quien, difícilmente se encuentre –incluso entre
seguidores de Romero Barceló—quien descargue de responsabilidad al entonces
gobernador, quien llegó a llamar “héroes” a los policías que cometieron la
ejecución.
Incluso llegó
a conocerse que la planificación y puesta en ejecución de los asesinatos se
hicieron para atender presiones de Washington que había estado preocupado por
otros hechos de corte terroristas ocurridos entonces en Puerto Rico y que
fueron inducidos por el mismo agente encubierto, Alejandro "El
Fraile" González Malavé.
El objetivo era crear las condiciones para
entonces propiciarles “una lección a los independentistas”. González Malavé fue
cosido a tiros llegando a la residencia de su madre en 1986, en la ciudad de
Bayamón. Ese hecho ocurrió la tarde del 29 de abril,
solo dos meses después de su absolución por el secuestro del taxista Julio Ortiz Molina, quien fue secuestrado la
mañana de ese día en Ponce y llevado a la escaparda montaña.
El viaje a Cerro Maravilla era supuestamente volar las torres de la estación Rikavisión y la de la
policía que se encuentran en ese lugar aún. Por el entrampamiento a los dos
jóvenes asesinados, González Malavé no fue acusado debido a que se le ofreció
inmunidad a cambio de su testimonio sobre la ocurrencia de los hechos.
El relato más
certero sobre los acontecimientos de Cerro Maravilla, está contenida en una
crónica escrita por Roberto –Pachi-
Ortiz Feliciano y que ponemos íntegra en esta dirección, convencidos como
estamos de que el suero de la verdad debe fluir transparente cuando se trata de
hacer justicia contra los abusos del poder:
http://ortizfeliciano.blogspot.com/2010/07/cerro-maravilla-se-escucho-una-voz.html
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