Admiro el optimismo de quienes pretenden
que a través de un voto contaminado y retorcido en su voluntad --ya por comisión u omisión-- podrán
conseguir alterar en 2016 el trayecto de
esta dictadura ilustrada a través de los mecanismos “institucionales” que la
han hecho posible.
Lo primero que debe quedar establecido
es que –como dice José F Ramirez— estamos en la “etapa morada del trujillismo” y
que para enfrentarla medianamente en igualdad de condiciones es tratando y
dirigiendo todos los esfuerzos a llevarla a su propia legalidad.
Las condiciones para alcanzar un
objetivo político no podemos pretender que el enemigo nos las cree.
No podemos insistir en el craso error de nuestra izquierda en los momentos
álgidos de nuestra historia contemporánea que alegaba “falta de condiciones”
como excusa para acometer determinadas acciones, pero tampoco se hacía nada
para crearlas.
Es lo mismo que estamos presenciando
ahora. Todas las instituciones del Estado que tienen la responsabilidad de
garantizar el ordenamiento jurídico, político, social y de seguridad pública
están seriamente contaminadas y actuando de espalda a su razón de ser como
parte de un régimen eufemísticamente democrático.
Pero, ¿qué ocurre? Oh! que nadie en la “oposición” o la
sociedad civil siquiera se le enciende el bombillo pra plantear un ensayo de movilización cívica a escala
nacional y de denuncia en los organismos internacionales sobre lo que está
sucediendo en República Dominicana.
En ese orden de cosas, ¿me puede decir
alguien que en las actuales condiciones de desorden institucional inducido para
conveniencia de quienes lo propician es dable esperar que un proceso electoral
pueda tener siquiera la mediana transparencia que permita aunque sea un cambio
en el poder político?
Ya lo pensaba Calderón de la Barca allá por mediados de
1600 cuando estrenaba su tragicomedia 'La
vida es sueño'. Allá los
que dentro de su ingenuidad decidan seguir soñando en cuanto a la triste
realidad de nuestro país y lo que le espera, si a tiempo no se produce una
acción que sacuda los cimientos que amenazan con perpetuar este estado de cosas. Quédele claro,
nada hay que buscar en un proceso electoral en un escenario con las actuales
condiciones.
Roberto R. Rodriguez