¿Qué si políticamente hemos retrocedido?
Que hablen estas dos fotos: la de arriba registra la pírrica y vergonzosa
asistencia a la manifestación de rechazo a la mutilación al artículo 85 del CPP
que suprime al ciudadano el derecho a proceder judicialmente contra cualquier
funcionario sindicado como responsable de acciones dolosas en el desempeño de
sus funciones en perjuicio de los fondos del Estado o en violación a los
derechos ciudadanos, celebrada apenas el 5 de este mes de abril en el parque
Independencia. En cambio, la de abajo es un recuerdo nostálgico de aquella
manifestación del 14 de junio
de 1962, en el mismo parque Independencia, donde el líder del movimiento que
llevaba el nombre de esa fecha, Manuel Aurelio Tavárez Justo agrupó a cerca de 40
mil personas para denunciar la rampante corrupción que sacudía los cimientos de
las instituciones públicas señalando a los “enemigos del progreso, si los bienes del
pueblo son sustraídos a ese pueblo y entregados a los enemigos y sigue en
vigencia y se pone en práctica la ley de emergencia, y se pretende en
consecuencia golpear en esa forma al pueblo y a sus organizaciones más honestas,
identificadas con la lucha del pueblo” no dejarán otro camino que el de la
lucha por la “libertad o muerte”.
Cotejar estas dos fechas distanciadas por 52 años de historia de por
medio, con estas dos fotos y similares propósitos, y en el mismo lugar, no
queda espacio para la duda de que hemos políticamente retrocedido. Que otra vez
hemos perdido la batalla. Que el sábado 5 de abril la dictadura trujillista, en
su etapa morada, ha entrado en una vertiginosa ebullición hacia la más
tenebrosa y dolorosa realización. Tan confiados están sus mentores y gestores,
que el mismo día de este evento, que se suponía patriótico y de un carácter
nacional, el ministro de Defensa y el presidente del Senado, aparecían en las
redes sociales en el Fenway Park de Boston, en un gesto de burla y desprecio a
quienes promovían el rechazo al dogal que la canallada corrupta y rastrera se
propone colocarle al cuello del pueblo dominicano. Confesemos que perdimos.
Aceptemos que este pueblo se ha hecho merecedor del martirio que apenas comienza.
Que la noche será larga y demandará desandar los caminos para retomar una nueva
fidelidad a la solidaridad, para superar esta noche oscura, aparentemente sin salida, que se
nos viene encima.