¿Quién va a explicar lo del consulado dominicano en Boston?

Roberto Rodríguez 

Las vainas de los peledeistas sólo las entienden ellos, los peledeistas. Lo que preocupa y se hace despreciable es que en ese sólo entenderse ellos, ponen de por medio cosas generales que no son de ellos ni del partido, sino que atañen al país y a todos los dominicanos.

Es el caso de lo que sucede en el consulado dominicano en Boston. Mediante el decreto 495-11, del 22 de agosto, el presidente Leonel Fernández designó cónsul en Boston a Miguel Ángel Andújar, un dirigente peledeista de larga data, vinculado a la candidatura de Danilo Medina, quien hace tiempo está supuesto a sustituir a Domínico Cabral, quien lleva siete años en esas funciones.

Resulta y viene a ser que Cabral –sin que todavía nadie pueda explicarlo ni con lógica, sentido común ni jurídicamente—se insubordina al decreto presidencial –que es como decir a Leonel mismo—y se niega a entregar la posición utilizando una serie de argucias que ni él mismo se las cree, pero que tampoco, nadie con la jerarquía necesaria enfrenta ni osa cuestionar. Todo lo contrario, ha encontrado un razonablemente sospechoso apañamiento en las máximas autoridades de la cancillería.

Como consecuencia de ese conflicto, incluso visitó a Boston una comisión de funcionarios dominicanos, encabezada por el senador y hombre de confianza del presidente Fernández, Félix Bautista, quien habría venido a mediar y a convencer a Cabral de que entregara la posición.

Por lo que estamos presenciando, es evidente que quién resultó convencido fue Bautista, que debió regresar a Dominicana sin encontrar solución, que no sea la que permite a Cabral seguir ejerciendo ilegalmente de cónsul, por lo menos hasta que haya un nuevo decreto que revoque su destitución.

Aunque no se quiera entender ni acertar, Domínico Cabral está usufructuando unas funciones que no hace otra cosa que mostrar de qué manera maneja este gobierno las instituciones del Estado y como cualquier compañerito del partido se limpia el trasero con lo que son las normas institucionales y los aspectos jurídicos que rigen un Estado. Simplemente porque, como lo han probado hasta la saciedad, se creen dueños absolutos y propietarios de los cargos que desempeñan. Desconocen –por conveniencias personales— la más puñetera idea de lo que significa administrar finanzas ajenas, y particularmente un Estado.

No obstante, se me ocurre que lo que ha sucedido en el consulado dominicano de Boston es toda una ejecutoria de un titiritero que ha comenzado a mover a sus títeres con miras a las elecciones del 20 de mayo de 2012.

Los ejemplos están al canto: Ya Leonel Fernández prácticamente designó a su esposa, Margarita Cedeño de Fernández, la candidata vicepresidencial de su partido PLD, quiera o no Danilo Medina, cuando hizo pública su consideración de que la primera dama sería una buena candidata para esa posición.

En tanto, Domínico Cabral, acérrimo enemigo público de Medina –por lo menos hasta que Fernández se vio obligado a anunciar que no aspiraría a la reelección--, es ahora el coordinador general de la campaña presidencial del PLD en Nueva Inglaterra. Y lo está haciendo con un equipo de campaña donde no hay un solo miembro destacado de la tendencia de Medina en esta zona, a quienes maltrató, vejó y hasta burló tan reciente que todavía las heridas sangran.

Es decir, que aparte de supuestamente insubordinarse al presidente, con la complicidad del canciller Morales Troncoso y el vicecanciller Luis Bogaert, resulta que de buena a primera Cabral  obliga a los más prominentes seguidores de Medina en Nueva Inglaterra a permenecer en las graderías, donde al parecer deberán seguir hueliendo donde otros guisan.

En medio de todo, sería oportuno que alguien, con la jerarquía y credibilidad suficientes,  aclarara  --para tranquilidad y beneficio de quienes en estos días están utilizando los servicios consulares en Boston--, si los documentos que salen de allí, como por ejemplo: pasaportes, poderes, declaraciones juradas y otras que implican procedimientos legales en otros países, tienen validez si están firmados por Domínico Cabral, a partir de que éste se declaró en rebelión.

¡La verdad es que nadie como el país de los pendejos que somos! Sólo nosotros permitimos que a cualquier don nadie con ínfula trujillista, arrogante, prepotente y torpe se le ocurra hacer la peor de las barrabasadas contra el Estado y contra todo el país y que a nadie siquiera le inquiete o lo mueva a hacer el menor reclamo sobre la explicación obligada que estamos supuestos a recibir.

¡No me joda nadie!