Rafael Calderón*
Si
algo faltaba por verse del exacerbado espionaje del gobierno en esta campaña
electoral, nos lo acaba de entregar el equipo radial de propaganda del
candidato Danilo Medina con su intento de intimidación y su ridícula
calificación de “conspiración” dada a la reunión que hizo en su casa el maestro
del periodismo Miguel Guerrero con un selecto grupo de colegas para escuchar
los pareceres del candidato presidencial Hipólito Mejía.
Leyendo
la declaración de otro auténtico maestro de la profesión, Juan Bolívar Díaz, en
la cual lamenta que los voceros de Danilo se alimenten del espionaje para
sostener su programa radial, pensé en que la gran lección que de su paso por el
gobierno va a dejar Leonel Fernández es que el dinero conseguido fácil no
valoriza a su poseedor y mucho menos le otorga valentía.
Lo que
estamos viendo con el destape del espionaje oficial, cuya práctica el propio
gobierno reivindica sin tapujo, es que se llena de miedo, miedo que puede
llegar al grado de cerval, todo aquel que de la nada hace fortuna a velocidad
de vértigo.
Estamos,
la sordidez con que conduce la campaña de su candidato lo demuestra, ante un
gobierno de ricos al vapor aterrorizados ante la posibilidad real de perder su
fuente de acopio y su impunidad. Sólo mentes aterrorizadas pueden ver
conspiración en una reunión de periodistas con un candidato presidencial. Y del
aterrorizado lo único que debemos esperar es terror, en este caso terrorismo
del poder, pilar de sostén de las dictaduras.
A Leonel se le agotó el recurso del engaño. Ya no le es posible mantener su fingida compostura, lo que aumenta el pavor que lo domina y lo impulsa a cometer excesos cada vez mayores, como lo ha sido el gasto de mucho más de los $40 mil millones que anunció que gastaría en la campaña, un despilfarro cuyos efectos se van a sentir con toda su intensidad a partir del cierre de las urnas el próximo domingo 20 de mayo. Preparémonos, porque su plan es que el pueblo pague lo que ellos han consumido a sus anchas.
Por
otra parte, si alguna evidencia faltaba para autentificar, certificar,
legitimar la condición de títere del doctor Leonel Fernández que tiene el
candidato Danilo Medina, el propio Medina acaba de entregarla al público con su
forzada y muy adelantada manifestación de respaldo a la candidatura de
Fernández en las elecciones de 2016, lo que se constituye en una lección de que
la mentira tiene piernas cortas y no puede avanzar muy lejos.
¿Qué
obligó a Danilo a asegurar públicamente que “no se relegirá en 2016” y que
apoyará Leonel, aunque es muy remota la posibilidad de que los votos le
favorezcan el día 20? La respuesta es: el miedo colectivo que hay en el PLD y
la desconfianza que le tiene Leonel al candidato, razón por la cual le puso a
su esposa doña Margarita como centinela.
Danilo
fue forzado a declararse no releccionista porque Leonel no quiere que los
allegados de Danilo -en el caso de que a golpe y sangre logren robarse las
elecciones- inventen en el futuro con aislarlo del poder.
Danilo,
que está cogido por los bigotes, no vaciló cumplir el mandato, aunque sabe que
su declaración hecha por tierra sus últimos lemas que hablan del “mejor cambio”
y “el cambio seguro”, por la necesidad de un mayor gasto de los dineros del
estado en estos días finales de la campaña. De manera que Danilo, para complacer
a su jefe, optó por decir de la forma más clara que le fue posible que su papel
en la búsqueda desesperada de consolidar la dictadura peledeísta es, ni más ni
menos, el del “preparador de mesa” del béisbol, el relevista que tira la octava
entrada.
Hace
meses que, usando la terminología hípica, dije en esta columna que Danilo fue
inscripto en la carrera electoral en el entry del PLD como descartado para
banca y pool, y los peledeístas pegaron el grito al cielo por eso. Mire Usted
como ahora Danilo acaba de darme la razón.
Por
hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República
Dominicana.
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*Rafael Calderón. Periodista dominicano residente
en Nueva York
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