domingo, 26 de enero de 2014

Duarte y Sócrates con los emuladores de Melito

 Roberto Rodríguez (Editor)

A propósito del 201 aniversario del nacimiento del Patricio Juan Pablo Duarte, andan tantas alabanzas y reconocimientos, que no queda de otra que lamentarse de que esto ocurra sólo en una fecha en particular y no todos los días del año, dónde la prédica se acredite con la praxis.
 Lo anterior me ha hecho reflexionar en torno a las diversas formas en que se ha usado el legado de Duarte. Los unos los honran con el recordatorio, y los sinvergüenzas lo deshonran con la práctica que ejercen en su nombre. Unos y otros, al final de la jornada, terminan reduciendo a la nada la gesta que eleva al Patricio. Los que decimos seguir la obra de Duarte, somos incapaces de darle continuidad y llevarla al término por él soñado. Los otros, los que no sirven, en nombre de esa continuidad, en la práctica desandan los caminos de Duarte y nos llevan vertiginosamente a enterrar sueños y esperanzas.
Los perdedores que hemos sido siempre, desde el primer día como nación, nos quedamos elevando los gritos, como perros que ladran a la luna. Los otros, los farsantes, los traidores, no han perdido una sola batalla. Nosotro, los más (con honrosos conatos de sublevación)  no hemos sabido ni tenido el coraje de abrazarnos y, porque no hemos sabido interpretar, como dice Saint Exupery “Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”, o lo que es lo mismo, ser solidario no es mirar todos en la misma dirección, sino, tomarnos de la mano y marchar juntos hacia el objetivo. No hemos tenido coraje. Solo balbuceamos palabras ribeteadas de patriotismo y honra al duartianismo. Lamentablemente por falta de acción todo se convierte en sueños de pocas esperanzas. Es como embarazados por ese sueño de esperanzas que muere dentro.
Arribando a esta parada que se hace necesaria para la reflexión, me encuentro en la obra completa de Platón, con la su Apología de Sócrates, en la que éste entre otras, para su defensa, señala lo siguiente: “Dice que soy culpable porque corrompo la juventud; y yo, atenienses, digo que el culpable es Melito, en cuanto, burlándose de las cosas serias, tiene la particular complacencia de arrastrar a otros ante el tribunal, queriendo figurar que se desvela mucho por cosas por las que jamás ha hecho ni el más pequeño sacrificio y voy a probároslo”.
“Ven acá, Melito, dime: ¿ha habido nada que te haya preocupado más que el hacer los jóvenes lo más virtuosos posible?”
Melito:
“Nada, indudablemente”.
Sócrates:
“Pues bien; di a los jueces cuál será el hombre que mejorará la condición de los jóvenes. Porque no puede dudarse que tú lo sabes, puesto que tanto te preocupa esta idea. En efecto, puesto que has encontrado al que los corrompe, y hasta le has denunciado ante los jueces, es preciso que digas quién los hará mejores. Habla; veamos quién es”.
“Lo ves ahora, Melito; tú callas; estás perplejo, y no sabes qué responder. ¿Y no te parece esto vergonzoso? ¿No es una prueba cierta de que jamás ha sido objeto de tu cuidado la educación de la juventud? Pero, repito, excelente Melito, ¿quién es el que puede hacer mejores a los jóvenes?”

Y yo pregunto: En nuestro país, ¿se anima alguien a responder por Melito?

3 comentarios:

Unknown dijo...

Un gobierno de políticos honestos donde la corrupción y el dolo no sean la marca y el signo, dedicados al bien común sobre el propio y dedicados a que el esté al servicio de todos.

R.GERMOSEN- TAMPA FL. dijo...

Roberto voy muy de acuerdo con tu pregunta y creo que esa deberia ser la pregunta que se le haga a todos los aspirantes a la presidencia de la Republica Dominicana.Estoy seguro que reinara el silencio.

Anónimo dijo...

Las fechas patrias nuestras son como bulla de carreta vacía.

PENSAMIENTO DEL DÍA

"Un ejército de ciervos dirigido por un leon es mucho mas temible que un ejército de leones mandado por un ciervo". Plutarco