jueves, 15 de septiembre de 2011

La vergüenza de una foto para la historia

La verdadera historia de una fotografía que confirmó una trama fríamente diseñada y ejecutada al pie de la letra, como una obra maestra de las componendas y propia de una notable escasez de escrúpulos.
Resulta que cuando se anunció el martes 6 de septiembre que el día antes el designado cónsul, Miguel Ángel Andujar,  había llegado a Massachusetts, Domínico Cabral, fríamente diseñó el plan a seguir para no entregar el cargo y a la vez producir un golpe de efecto a su favor en la opinión pública.
Aunque lo ha negado –tendrá sus razones—Andujar llegó el martes 6 a la sede consular de Boston con la disposición de asumir sus funciones. Habilidoso y marrullero, Domínico hizo el montaje y recibió al nuevo titular en un escenario de hipocresías y falsas sonrisas.

Inmediatamente, antes de entrar en cualquier detalle sobre la transición de mando, posó abrazado con Andujar —ambos muy sonrientes-- para que un periodista que no es dominicano, y que históricamente ha sido señalado como un asalariado del cónsul en rebelión, gravara las poses.
Tomadas las imágenes llenas de alegría y felicidad y en un ambiente de franca camaradería, tras negarse Cabral a entregar, alegando una serie de inventivas que para su conveniencia imposibilitaban el traspaso de demando, se pasó al siguiente acto de la trama, que no era otro que dar un golpe de efectos en la opinión pública.
Con una nota perversamente elaborada diciendo que la entrega del cargo a Andujar no había sido posible porque la normas de procedimiento establecían que debía primero acreditarse en el Departamento de Estado de Estados Unidos, porque el nuevo funcionario era ciudadano naturalizado de esta nación, se limitaron a una conversación amistosa y de contacto del nuevo cónsul con el personal de la sede.
Ahí se ignoró que Domínico Cabral, como todos los que han sido nombrados en esa condición o de residentes legales, han asumido sus funciones y posteriormente proceden a llenar el proceso, tal y como lo establece el artículo 13 de la Convención de Viena sobre las relaciones consulares entre los países firmantes, y que textualmente señala que: “Hasta que se le conceda el exequátur, el jefe de oficina consular podrá ser admitido provisionalmente al ejercicio de sus funciones. En este caso le serán aplicables las disposiciones de la presente Convención”.
Esta obra de mal gusto ha sido montada por Domínico Cabral con la complicidad del canciller Carlos Morales Troncoso y su vicecanciller, Luis Bogaert, quien es yerno del segundo.
El compromiso entre los tres funcionarios para hacer posible esta componenda ridícula, nace en el proyecto político de Morales Troncoso, quien estuvo husmeando la posibilidad de ser candidato presidencial del PLD, y del cual Cabral era --¿o es?-- su máximo representante en Nueva Inglaterra, algo no descartable, si se toma en cuenta que Morales Troncoso sigue adelante en lo suyo, pero esta vez detrás de la vicepresidencial peledeista.
Como resultado de todo esto, ni siquiera una comisión que vino de Dominicana, encabezada por el senador por San Juan de la Maguana, Félix Bautista, pudo persuadir al insubordinado Cabral para que depusiera su actitud, y hoy tenemos que es un conflicto que se ha dejado al presidente Leonel Fernández quien lo solucione cuando visite la semana entrante la sede las Naciones Unidas en Nueva York.
Esta es la vergonzosa historia de una foto montada, pero en su propia realidad, sin necesidad de photoshop.

Roberto Rodríguez

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"Un ejército de ciervos dirigido por un leon es mucho mas temible que un ejército de leones mandado por un ciervo". Plutarco