domingo, 5 de febrero de 2012

¡Si nos apendejeamos nos joden!

Carlos Dipré

Los años 70 fueron tiempos de conversatorios maravillosos además. Los cuales se daban entre los jóvenes en aquellos parques públicos en el centro de los pueblos.
Para la época, no había mucho entretenimiento. El celular y el Internet brillaban por su ausencia. De ese modo juntarse en esos parques para hablar de lo que sea, era nuestro mata tiempo favorito. Ahí estábamos hasta la madrugada.
Recuerdo como ahora, una conversación sobre educación que tuve con un gran amigo de San Cristóbal. Mi amigo, miembro de una familia muy prestigiosa del pueblo y yo, en ese entonces un musiquito de orilla que buscaba la luz en los que vivían en el centro del pueblo para aprender de ellos, le sacamos punta al lápiz en aquel punto tranquilo y sobrio, llamado el parquecito de los vagos, para subrayar las grandes ventajas que obtiene el ser humano cuando se educa.
Pero a veces, las conversaciones la adornábamos con anécdotas para también morirnos de la risa con aquellos cuentos. Mi amigo me contó algo sobre sus dos tías aristocráticas de la capital y sus respectivas muchachas del servicio doméstico. Jóvenes a las cuales en ese tiempo las nombraban con el nombre de sirvientas y los más desatinados las llamaban chopas, por trabajar en casas de familia.
En una visita de una de las tías de mi amigo a la otra, esta le dijo a su hermana, que notaba, que cuando ella le impartía una orden a su muchacha trabajadora, ésta como que reaccionaba con cierta actitud irreverente y hasta con algunos gestos que no son propios de una sirvienta. Y le siguió diciendo esta dama a su hermana: “Yo quiero que tú veas, cómo se pone la mía cuando yo le hablo. Tiembla del miedo que me tiene”.
A lo que la tía anfitriona, cuando su hermana terminó le contestó:
-Hermana querida, lo primero es que aquí no se le llama sirvienta a la muchacha de los trabajos domésticos. Ella aquí es una trabajadora social. Ella me ayuda con los oficios de esta casa, por lo cual le pago.
Y continúo la tía anfitriona con su respuesta a su hermanita:
-Y lo segundo es, que la mía de tarde va a la universidad y la tuya no terminó la primaria, porque tuvo que dejar la escuela al venir para la capital a trabajar.
La dama decía que la confianza y la tranquilidad que había encontrado en aquella muchacha, que además de trabajar en su hogar hacia una carrera universitaria, jamás la había logrado en otra trabajadora.
Conocí aquellas tías de mi amigo y de verdad que eran dos bellas personas, dos mujeres de mucho respeto, muy educadas. Buenas madres, las cuales tuvieron excelentes familias. Sólo que una de las dos tías tenía un concepto que era el que predominaba en aquel presente. Porque era el tiempo en que los brutos se apendejeaban ante la presencia de su jefe o ante alguien si lo veía con alto grado.
Era el tiempo en que las mujeres pobres y de cabello llamado malo, solo tenían como recurso, un peine de hierro caliente para diligenciar un poquito de belleza. Tiempo en que el campesino embullado con las cosas del pueblo, empezaba a buscar un espacio en la ciudad con los “pueblitas” y el pariguayo aun era muy joven en la sociedad, porque éste apenas tenía unos cuantos años, ya que es con la revolución de abril del 1965 que aparece en la vida del dominicano.
Sin lugar a duda, que como sociedad hemos ido superándonos de algunas, pero ojo, no porque nuestros villanos se han ido poniendo nobles, sino mas bien porque nosotros hemos ido aumentando nuestra capacidad de indignación, pero ellos también rebuscan en sus malicias nuevos métodos de dominio. Es así como le echan mano al embrutecimiento colectivo para someternos.
Si aprendemos, nos les convertimos en aquella muchacha que aunque era trabajadora en una casa de familia, era altiva, erguida, irreverente, dueña de su proyecto de vida, con orgullo y segura de sí misma. Pero nos quieren como la otra, que al ser víctima de la falta de educación, se dejaba imponer el miedo, porque el desconocimiento de sus valores no le permitía sentirse dueña de ella misma. Comportándose como un objeto, no como un ser humano digno, capaz de decirle dos coños al que le faltara el respeto.
Busque un museo en nuestros pueblos, bibliotecas como manda la ley, instalaciones deportivas por lo menos limpias, fíjese en los baños de las escuelas públicas, que así andan las clases, busque una academia de música en las ciudades. Pero se gastan de nuestros recursos, la millonada para llevar un combo con música y letras de mal gusto a nuestras fiestas patronales, para promover la venta de alcohol y de todo tipo de droga. Para alienarnos, para hacernos insuficientes y dependientes eternos de ellos. Es por ahí que andan. ¡No sea pendejo!
Hoy hasta el Internet está asustado, porque lo andan buscando para hacer una Sopa con el. Luego de la primavera árabe y ahora los movimientos de indignados en Europa y USA, aquellos que nacieron en Wall Street, ellos, los abusadores, están broncos. Creen que el Internet en nuestras manos es mucho para nosotros. Porque éste puede significar una arma peligrosa. Saben que es un medio de comunicación que puede ser fulminante como medio de convocatoria, y lo cree un lío para ellos.
Pero lo bueno de todo esto, es lo malo que ellos, los bandidos de la película se están poniendo en todo el mundo. Porque se está despertando conciencia y esto puede producir que la oscuridad que ellos han engendrado en la mente de sus víctimas, se ponga clara. Y que la celebración del reinado con el que quieren consagrarse como eterno, no se le dé. Lo que le vendrá al mundo será de película, pero de bien. Porque las soluciones en todos los lugares del mundo serán simultaneas.

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"Un ejército de ciervos dirigido por un leon es mucho mas temible que un ejército de leones mandado por un ciervo". Plutarco