martes, 11 de octubre de 2011

Corregir lo que está mal vs. Llegó Papá

Por Enrique Santana
       El candidato peledeista a la presidencia de la república, Danilo Medina, cuando sólo era un aspirante más a la nominación de su partido, tenía un discurso que no dejaba dudas de su intención de distanciarse de las ejecutorias del gobierno de Leonel Fernández.  Expresiones como “yo no iré al gobierno a robar” han sido eliminadas de su discurso para dar paso a otras más afines con su nueva condición de defensor del gobierno y sus ejecutorias.

            Acorde con su nueva situación, sus asesores electorales le han reciclado aquel eslogan usado en la campaña interna de su partido y que hoy repiten sus parciales en todas sus actividades proselitistas.  “Corregir lo que está mal”, “Mejorar lo que está bien” y “Hacer lo que nunca se hizo” es un mensaje vacío que está muy lejos de captar la mentalidad bullanguera de un pueblo que hasta hace de una festividad tan sagrada como la Semana Santa una fiesta. 

            La pregunta que se cae de la mata, hablando en buen dominicano, es: ¿Qué es lo que está mal y que él va a arreglar?  Esa fue la pregunta que se le escapó a los asesores y a la que Danilo, aunque conoce bien la respuesta, le es imposible contestar.  Pero no tan sólo a Danilo le es imposible hablar sobre lo que está mal, también a sus seguidores de a pie, quienes son los llamados a defender a nivel de pueblo los pronunciamientos de su líder. Estos se quedan mudos cuando son confrontados con dicha pregunta.  ¿Qué es lo que está mal?

            Danilo Mejía es un político incoloro cuya principal discapacidad es su falta de chispa para encender el entusiasmo de sus seguidores; adolece además de un eslogan como aquel “e pa’ fuera que van” que prendió en el ánimo de las masas durante la campaña presidencial del 2004 y que tanto dolor de cabeza le dio al PRD.

            El candidato peledeista necesita sacudirse, dejar de lado su intelectualidad y empezar a hablar el idioma de los hijos de machepa.  Tiene que dejar esos spots de televisión llenos de cursilerías y empezar a hablar de la corrupción, quiénes la practican y como la va a controlar.  Decir que el tamaño actual del gobierno es insostenible y que lo va a reducir.  Que va a eliminar el barrilito de los senadores, las nominillas, y el nepotismo.  Tiene que decirle al ciudadano común que él sabe de sus problemas, quienes son los que lo originan y como los va a resolver.  Que la ostentación de riquezas de los funcionarios públicos es inaceptable y que el la va a eliminar.  ¿Lo podrá hacer? Eso lo dirá el tiempo.  Pero que esté seguro que de no hacerlo su campaña finalizara con la misma palidez con que la inició.

            En la otra parcela electoral, la del PRD, se encuentra el ex presidente Hipólito Mejía.  Éste, sin las ínfulas de intelectualidad y sin la parsimonia de su opositor, no tiene ningún problema en conectar con el ciudadano común.  Con su simplista grito de batalla “Llegó Papá” ha podido arrinconar a sus adversarios y al mismo tiempo disparar el entusiasmo de sus seguidores.  Los asesores de la campaña de Mejía han podido asociar este “Llegó Papá” con la  de una figura paterna capaz de imponer el orden en una casa donde todo está “mangas por hombro”.  Un “voy a terminar con la corruptela y el derroche en el gobierno” dicho por Hipólito Mejía, equivale a miles de “hacer lo que nunca se ha hecho” en la voz de Danilo Medina.  Ese es el obstáculo a superar por éste último.

            La lucha entre el “mejorar lo que está bien” y el “llegó papá” está definiéndose a favor de la segunda opción.  Danilo necesita cambiar su discurso, alejarse de los elementos a los cuales el rumor popular señala como corruptos, y sobre todo, empezar a señalar lo que está mal y cómo lo va a corregir. De lo contrario, habrá un “Papá” en el Palacio Nacional el próximo año.

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