Mujeres y hombres no somos iguales físicamente. Nuestros cuerpos son diferentes y nuestros cerebros también, como lo demuestra la neurociencia. Por ejemplo, el cerebro femenino tiene más conexiones entre los hemisferios y está más compartimentado que el de los hombres. También reaccionamos de manera diferente ante los estímulos externos. En el Hospital de la Universidad de Nueva York, el doctor Hoffman realizó un experimento con bebés recién nacidos. Tomó bebés de ambos sexos y observó cómo reaccionaban ante el llanto de otros bebés. El resultado fue que los bebés femeninos se alteraban, se sentían incómodas, lloraban… mientras que los bebés varones seguían tranquilos. Así, Hoffman concluyó que las mujeres nacen más predispuestas a la empatía que los varones.
A estos y otros estudios han reaccionado algunos que consideran más adecuado para el desarrollo de niños y niñas que ambos sexos no estudien en las mismas aulas. La profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, María Chaparro, cree que la educación diferenciada es mejor para el alumnado. Explica que las niñas se desarrollan antes y que tienen unas habilidades diferentes a las de los niños. “Además, no sólo son los ritmos de maduración. Tienen diferentes intereses, aficiones, socialización, forma de exteriorizar los sentimientos, forma de reaccionar…”, añade Chamarro. También Michael Fize, sociólogo francés y autor de Las trampas de la educación mixta, argumenta que “la educación mixta no ha conseguido asegurar la igualdad de sexos ni de oportunidades, que era su objetivo, y en las escuelas sigue habiendo problemas de violencia entre géneros, sexismo, indisciplina…” Otra profesora francesa, Nicole Mosconi, argumenta que, en los colegios mixtos, los estereotipos quedan reforzados, ya que los niños son los que hacen los trabajos y juegos de hombres, y las niñas quedan relegadas a lo meramente femenino y arrinconadas en el patio del colegio.
En países como Estados Unidos, Alemania, Francia o Canadá los colegios de educación diferenciada han crecido en los últimos años como opción para la formación de los jóvenes. Sin embargo, los problemas de sexismo, violencia o indisciplina que se achacan a la educación en aulas mixtas no tienen que ver con el modelo en sí, sino por las personas que cada día dan las clases, con los estereotipos culturales y con aquello que los niños y las niñas ven en sus casas. Así, si mamá es la que cocina y papá el que hace el bricolaje en casa… el niño repetirá el modelo. Si por el contrario, papá se encarga de bañarles o hacer la compra y mamá de llevar el coche a arreglar, pues ese será su modelo.
La educación mixta ayuda a que niños y niñas aprendan a relacionarse, a que interactúen y se entiendan. Si el niño aprende a convivir desde pequeño con personas de diferentes culturas, religiones, géneros… los conflictos que puedan generarse serán menores en la edad adulta, porque ya habrán aprendido a resolverlos. Es en una escuela plural en la que los niños y niñas aprenden valores, como el del respeto, la solidaridad y la convivencia.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista
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