El aeropuerto de El Higüero fue nombrado Joaquín Balaguer en honor a su “magia” corruptora, desplegada en el marco de un sistema aeroportuario diseñado para traficar de todo: personas, dinero, armas, drogas…Su pista no da para el aterrizaje de “aviones espías no tripulados”, pero la corrupción que lo arropa da para inventarse un avioncito muy especial.
Alegan que estaba en el hangar de “Punta Cana” y que pertenece a esa empresa, aunque su matrícula dice otra cosa. Pinta ser uno de esos “aviones bombas”: de los que se roban para vender y se venden para revender, y hasta se “tumban” y “retumban”.
Este finalmente “retumbó”.
Dicen que un piloto de helicóptero, que no de avión, facilitó el robo entrando a la pista por vía normal, pero con “identidad falsa” y acompañados de otros dos “pilotos” que simularon ser “pasajeros”.
El carnet del piloto para esa “falsa identidad” -imprescindible para pasar la barrera de seguridad- no ha sido mostrado por las autoridades que lo acusan. ¿Cómo entraron –si realmente entraron– al aeropuerto? Quizás fue obra del fantasma Balaguer del Higüero, operación no captada por las enceguecidas cámaras que abundan por allí.
A los “pilotos” acompañantes, uno venezolano, se les atribuye conducir a Venezuela el bimotor Turbo-Pro Beech Craft Quin 200. Pero resulta que ambos fueron apresados aquí, no son pilotos y no fueron presentados a juicio.
El avioncito voló solito. Otra de las “magias” de san Balaguer del Higüero.
Cuentan que lo empujaron cuatro hombres (misión físicamente imposible). Nadie lo oyó encender sus ruidosos motores, ni reportaron su despegue, ni lo persiguieron en el aire. ¡Tucanos, radares y CESAres dormían profundamente “por órdenes superiores”!
El “facilitador” del “robo” no salió por donde entró. Sencillamente se esfumó.
El “avión bomba” no ha sido devuelto, posiblemente porque su matrícula no se corresponde con las señas de los reclamantes ¡Algo “mágico” tendrán que hacer para arreglar ese tollo!
Diligentes sí fueron las altas jerarquías militares (de cuyo “informe” se desligó la DNCD) para acusar del hecho al hijo de un general rebelde, embarrando de paso a toda su familia.
Parece que en lo del avión hay un “maco con cacata” muy propio de las pugnas intermafias cívico-militares, que autoridades implicadas procuran ocultar.
Y que en la acusación al hijo del general rebelde, prima una alta dosis de perversidad consistente en “echarle una vaina” al padre a manera de venganza de la peor calaña.
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