lunes, 19 de diciembre de 2011

El país se hunde y nadie llama a Mambrú

Roberto Rodríguez

Que lo sepa el mundo. En República Dominicana hay una clase política, expresada en los tres principales partidos que han gobernado el país en los últimos 45 años, que nos avergüenza a todos los que amamos y alguna vez soñamos con una nación como la que intentó legarnos Juan Pablo Duarte.
Desde entonces, y hasta hoy, todos los problemas nacionales se han agravado, porque estos señores han hecho cuantas reformas tributarias se les han ocurrido para sacarnos el mínimo centavo del bolsillo, sólo para dedicarlo a darse la gran vida. No escatiman medios para cometer los más abominables actos de corrupción, prevaricación, lavado de activo, extorsión, nepotismo, clientelismo y protectores de selectivos narcotraficantes y ladrones.
Sobre el narcotráfico y la impunidad hay casos sobrados, pero donde la sisa se desbordó es con el caso de los 1077 kilos de cocaína encontrados en un jet privado en La Romana, del que las autoridades han dicho que pertenece a una “honorable” familia que, según se ha revelado, tiene varios miembros que son funcionarios del gobierno.
Aparte de no ofrecer detalles de los responsables, el presidente de la DNCD Rolando Rosado Mateo, lanzó una amenaza velada contra los medios de comunicación, a los que advirtió que en este caso se limitaran a publicar los informes oficiales.
Rosado Mateo
Eso de la DNCD, que supuestamente lucha contra el narcotráfico, es lo que más se parece a otra mierda llamada Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa (DEPRECO), dirigido por un pusilánime llamado Hotoniel Bonilla. Ambas instituciones y sus directores se han convertido despreciables payasadas con la que este gobierno se burla del país, porque más que cumplir con sus funciones, son encubridoras de lo que dicen combatir. Y como si fuera poco, tienen sus corruptos y narcotraficantes selectivos. Buenos y malos.
Cada cuatro años hay una claque que en cada oportunidad en que ha llegado al poder a través de esas tres organizaciones, que son más bien asociaciones de malhechores, han repartido los bienes del Estado entre sus miembros, amigos y alabarderos como si se tratara de una piñata, cuya disputa se basa en el que le dé el palo más duro.
Como consecuencia de esa perenne piñata con los recursos del Estado, los protegidos y beneficiarios de esta suerte de aves de rapiña, son hoy potentados de horca y cuchillo, quienes actúan en nombre de la ley y dejan la sensación de ser intocables e inmunes ante la justicia.
Esa realidad ha hecho de nuestra nación, República Dominicana, una de las más corruptas del mundo, con el peor atraso social manifestado en las grandes mayorías, con una educación dejada a su suerte, un desempleo exorbitante y una inmensa población que vive del trabajo informar y del salario a destajo y de ocasión.
Leonel y Nelson Solano
En materia de salud somos una vergüenza humanitaria. Nuestros hospitales son almacenes de enfermos sin recursos ni protección del Estado, donde no hay ningún tipo de medicamento ni instrumentos ni utensilios médicos para asistir a los pacientes. Claro, allí sólo van los pobres, mientras los ricos, sobre todo los funcionarios del gobierno –incluidos los “honorables” legisladores, poseen pólizas de seguros médicos nacionales y extranjeras, esta última pagada en dólares para ellos y sus familiares para el caso de que requieran salir del país a realizare chequeos facultativos.
Como consecuencia de una corrupción desmedida y descarada, la nación ha ido en picada en materia de seguridad pública, al punto que ya es el diario vivir los robos, asaltos, atracos, crímenes y ejecuciones sumarias en las que toman acción autoridades uniformadas.
La delincuencia se manifiesta a todos los niveles, pero los peores resultados se los llevan los más humildes, empujados a delinquir por la desesperación, el hambre y las necesidades, en tanto los de cuello blanco acumulan fortunas sin actas de nacimiento, sin que aparezca una autoridad que se envalentone de indignación ante tanto descaro.
Hipólito Mejía
Roberto Rosario -JCE-
Más que accionar conforme lo establecido por la ley ante todo delito, quienes están llamados a ejecutar, se hacen de la vista gorda o voltean la cara para el lado contrario. Tal es el caso de un sostenido y asqueante tráfico de estupefacientes, lavado de activo y tráfico de influencia del que no se han escapado instituciones como la Suprema Corte de Justicia, el sistema judicial y hasta la Junta Central Electoral, el organismo encargado de arbitrar unos comicios transparentes, pero no es capaz siquiera de transparentar las finanzas de los partidos, a pesar de asignaciones millonarias que reciben del Estado y que proceden de los impuestos que pagan los pendejos.
Ese financiamiento a los partidos políticos, a través de la agencia electoral, tiene el supuesto de hacerlo impermeables a las tentaciones del narcotráfico, pero el poder de los cárteles de las drogas ha llegado hasta el mismo despacho del presidente actual, quien ha sido retratado en varias ocasiones con elementos del bajo mundo que –para su desgracia—han terminado en su mayoría arrestados y extraditados a Estados Unidos, y otros en países como España y Suiza.
Hotoniel Bonilla
A todo esto, la Junta Central Electoral parece ni siquiera darse por enterada de hechos bochornosos con los que el narcotráfico busca impunidad en los partidos y en los gobiernos. El caso de  Ernesto –Quirino- Paulino, el cual como dice la publicación digital Acento.com,  es emblemático, como lo es el de Nelson Mauricio Solano Guzmán, el de José Figueroa Agosto, el de Arturo de Tiempo y ahora el de Oscar Ezequiel Rodríguez Cruz, quien ha confesado y probado que aportó recursos directamente al presidente de la República, Leonel Fernández, y posteriormente creó un movimiento externo de apoyo a Hipólito Mejía.
Como si eso fuera poco, ahora explota otro escándalo que amenaza con repetir el trauma económico que en 2003 provocó la quiebra de Baninter y otros dos bancos, al revelarse que el Grupo Popular, propietario del Banco del mismo nombre, está haciendo aportes millonarios a la candidatura a la vicepresidencial de Margarita Cedeño, del partido oficial.
Ya sabemos que el actual presidente fue uno de los beneficiarios del desorden administrativo que provocó el derrumbe de Baninter, donde devengaba un salario de 150 mil pesos mensuales como asesor, mientras la coartada financiera llamada fundación Funglode, que preside, recibía aportes millonarios de los ejecutivos de la institución bancaria quebrada.
Ahora resulta que vamos por el mismo camino con el caso del Banco Popular y Margarita Cedeño, sin que a nadie le importe que se esté usando para ello los fondos de los ahorrantes. Por lo menos eso es lo que hay que creer, hasta tanto sus ejecutivos ofrezcan una explicación pública y convincente.
Manuel A. Grullón
Pero a todo esto, de la corrupción, prevaricación, lavado de activo, extorsión, nepotismo, clientelismo, protectores de selectivos narcotraficantes y su infiltración financiera en los partidos políticos, así como el escándalo del Banco Popular, a nadie parece importarle un carajo. La Junta Electoral, además de no hablar, DNCD manda los medios de prensa a callarse, cumple su misión de prepucio en beneficio del PLD , y todo esto, ni siquiera los candidatos de los demás partidos abren la boca para eructar, aún sabiendo que con lo del Banco Popular los vientos se están empujando en su contra. ¿También están recibiendo su ración del boa y a eso se debe el silencio?
Y para finalizar una interesante acotación de una amiga: “falta analizar cuáles serían las futuras ganancias del Presidente del BP como resultado de estas millonarias inversiones” en la candidatura de Margarita.
En conclusión, el país no se inunda por las lluvias, sino porque lo están hundiendo, mientras nosotros, como dice el amigo José F. Ramírez, seguimos en privado y en aposentos hablando de imitar a Mambrú.
¡Sí señor, hablando pero no obrando!

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"Un ejército de ciervos dirigido por un leon es mucho mas temible que un ejército de leones mandado por un ciervo". Plutarco