Por HAMLET HERMANN
La pasada semana el gobierno del doctor Leonel Fernández Reyna se alborotó promoviendo sus faraónicas obras. Dobles páginas en cada uno de los periódicos mostraban estructuras elevadas y pasos a desnivel que se han construido con los dineros del pueblo y sin control.
En esa propaganda se gastaron millones de pesos que bien pudieron haberse utilizado para comprar medicamentos a los hospitales públicos, llenos siempre de víctimas de los accidentes de tránsito. Pero no. El narcisismo puede más que el sentido del deber y de la responsabilidad.
Se me ocurre preguntar ¿no se estarán dando cuenta estos “empresarios-funcionarios” que al exaltar ampliamente esas construcciones se están incriminando? Exhiben lo que en un gobierno respetuoso de las leyes serían los cuerpos del delito cometido por aquellos a quienes se les confió la administración del Estado. Los mismos datos sobrevalorados que los organismos gubernamentales publican podrían ser utilizados ante un tribunal como confesiones de desfalco del erario. La peor de las circunstancias agravantes en un juicio oral, público y contradictorio sería que ninguna de las moles construidas ha servido para mejorar el tránsito.
Por el contrario, lo ha complicado aún más. Nadie en este país, ni siquiera el Presidente de la República, se atrevería a proclamar que ahora se transita más rápido por esas vías, o que ha disminuido la cantidad de accidentes, o que las violaciones a las normas del tránsito ocurren con menor frecuencia. Ni siquiera él, a pesar del Síndrome de Pinocho que lo afecta, es capaz de repetir el eslogan aquel de “Ahora son tapones, mañana serán soluciones” con que buscaban confundir a los ingenuos antes de saquear el erario. Ni siquiera él se atrevería a esgrimir una mentira como esa, desmentible fácilmente.
Pero eso no es todo. El Presidente acaba de inaugurar un túnel que prolonga la circulación de vehículos de Norte a Sur por la calle Ortega y Gasset hasta los alrededores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Desde mi condición de ingeniero civil, puedo asegurar que esa obra no fue concebida por técnicos calificados en cuestiones de tránsito y transporte. No hay una razón técnica ni científica que justifique el gasto de 50 millones de dólares en un túnel, despreciando varias soluciones de superficie, menos costosas, que fueron presentadas.No hay razón técnica ni científica que justifique el gasto de dos mil millones de pesos dominicanos para que ese túnel desemboque, en ángulo recto, sobre una estrecha calle de un barrio residencial. La turbulencia de tránsito que el flujo de vehículos provocará cuando alcance la calle Correa y Cidrón nadie podrá estabilizarla. Aquella inundación de vehículos creará un caos generalizado, imposible de solucionar, en esa zona de vías estrechas y abundante tránsito.
No hay razón técnica ni científica que justifique la circulación en sólo un sentido: Norte-Sur. Si aceptamos como válida la exageración del ministro de Obras Públicas de que quince mil vehículos transitarán por ese túnel diariamente, vale la pena preguntarle: ¿Por dónde retornarían esos vehículos hasta su lugar de origen? ¿Regresarán por la avenida Máximo Gómez, colmada hasta el exceso por vehículos que circulan a 6 kilómetros por hora? ¿Volverán por la avenida Abraham Lincoln inundada hasta el asco por indisciplinados conductores donde ninguna autoridad controla el desorden?
No, definitivamente no. Esa obra no fue concebida por ingenieros que buscaban mejorar las condiciones de circulación de los vehículos. Esa obra fue ideada y puesta en marcha por el grupo político-empresarial que trata de perpetuarse en el Poder de la nación bajo la violación constante de las leyes. El objetivo de esta claque es continuar tomando mayores préstamos del Banco de Desarrollo de Brasil, multiplicando así la deuda externa, para único beneficio de los que, a través de comisiones financieras y sin control real para establecer los precios unitarios las cantidades en obras inútiles, acrecientan su opulencia sobre la miseria del pueblo.
La codicia los está llevando a auto incriminarse. Confían en su impunidad porque han designado a sus asociados como jueces en tribunales que nunca los condenarían. Pero . Vale la pena cualquier esfuerzo para impedir que esta orgía continúe.
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Tomado del periódico Hoy.-
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