Y cuando decimos que lo ha superado con creces, tenemos sobradas razones para afirmarlo de forma inequívoca. Como diría un simple hijo de machepa, Balaguer era “un niño de tetas” frente a Leonel. Por ejemplo, Balaguer era permisivo con sus funcionarios, pero a la más mínima denuncia de acción impropia de uno de ellos, éste era removido de su cargo y sacado de circulación hasta que se “enfriara”.
Por el contrario, Leonel ha permitido que sus funcionarios y allegados saqueen las arcas públicas sin que esto produzca el más mínimo parpadeo del mandatario.
En el aspecto económico, Balaguer manejaba como colmadito de campo las finanzas públicas, ajustando los gastos del Estado a las entradas gubernamentales. Por el contrario, Leonel se ha distinguido por el despilfarro de los fondos públicos en continuos viajes al exterior en aviones ejecutivos, hospedajes en lujosos hoteles y comitivas que en el menor de los casos sobrepasa las cincuentas personas. Sueldos de lujo para ministros y directores departamentales con dietas, tarjetas de crédito sin límites, gasolina, gastos de representación y no se sabe cuantos privilegios más. Un despacho particular para su esposa, aunque financiado con fondos públicos, y con un presupuesto mayor al de por lo menos tres ministerios y que es manejado a discreción, sin supervisión alguna, por la primera dama.
La política de obras públicas de Balaguer se hacía en su gran mayoría con fondos del presupuesto de la nación, mientras que el presidente Fernández, con un presupuesto por lo menos tres veces mayor que el de su antecesor, gracias a siete reformas fiscales (entiendase aumento de impuestos), no construye siquiera una letrina sin recurrir al financiamiento externo. En lo que si Leonel Fernández ha seguido el libro balaguerista al pie de la letra es en lo que se relaciona a las mil y una formas de mantenerse en el poder: Poner periodistas en la nómina pública. Compra de conciencia de miembros de la oposición. Las infames y denigrantes “funditas”. La continúa tergiversación de la realidad nacional. El nombramiento de inoperantes “comisiones para investigar” los mas escandalosos casos de crímenes, corrupción publicas y abusos de poder. Avasallar a aquellos que no le sean fieles dentro del partido. Pagar con fondos públicos a los activistas de su partido. Y sobre todo en la simulación.
Todo esto viene a colación por la renuncia de Taina Gautreau, una peledeista con mas de treinta años de militancia y quien durante su corto paso por la dirección del seguro para maestros, SEMMA, denunció una estafa en el mismo de unos novecientos millones de pesos y quien fue premiada por su honestidad por el presidente Leonel Fernández con la cancelación sumaria de su cargo.
Los dominicanos, luego de tres gobiernos peledeistas, han decido que Leonel, Danilo y el PLD han abusado de su confianza. Que el mandato que se les dio no fue para que hicieran del Comité Político del PLD un club exclusivo de nuevos millonarios, sino para que convirtieran los recursos del país en un instrumento para su desarrollo. Los peledeistas debieron aprender del presidente norteamericano Abraham Lincoln, quien de manera profética sentenció que “se puede engañar a parte del pueblo todo el tiempo, o a todo el pueblo parte del tiempo, pero nunca se podrá engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.
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