Por Rafael Calderón*
El presidente Leonel Fernández
y el senador Félix Bautista están hechos tal para cual. A la luz de lo que de
ellos se conoce antes de que por primera vez llegaran al Palacio Nacional en
1996, se puede afirmar que forman el binomio perfecto de progreso personal.
Que alguien me corrija si estoy
equivocado, pero no alcanzo a ver en la historia del país ni en las propias
filas del PLD otro par de políticos que se haya catapultado de la pobreza a la
riqueza con la celeridad que lo han hecho el presidente y el secretario de
organización del Partido de la Liberación Dominicana. De más está decir que en
el sector privado tampoco es posible encontrar un dueto como ese.
Las similitudes entre ambos son tantas
que tal vez sean las claves que llevaron al presidente a decir que quería como
un hijo al senador. (Perdón por la digresión, pero cada vez que escribo la
palabra senador siento un deseo inmenso de iniciarla con C, pensando en que el
“senado para el progreso” se está cenando por barriles los recursos del estado,
con el agravante de que luego eructa pestilencias como el “desagravio” al
presidente Obama o la confusión de las fechas de nacimiento y muerte de Juan
Pablo Duarte.
Volviendo al tema original, la
limitación de recursos que padecía Leonel antes de subir al poder no es secreto
para nadie, pero es algo que exponen con gran ternura los periodistas Rafael
Núñez, jefe de prensa del gobierno, y Lipe Collado en dos escritos edulcorados
que dan referencias del pasado austero del hoy poderoso mandatario.
Núñez habló, sin proponérselo, en una
columna escrita en Diario Libre de la precariedad económica por la que
atravesaba Leonel después de las elecciones de 1994, en las cuales éste fue
candidato vicepresidencial del PLD, precariedad que lo llevó a alejarse un poco
de la política para ponerse al frente de la pequeña oficina que tenía en el
bufete del doctor Abel Rodríguez.
Meses después de las elecciones, Núñez extrañaba
a Leonel, y una tarde fue a verlo en su oficina y lo encontró tecleando
personalmente un acto notarial para un cliente, escribió Rafael. Nótese que Leonel
no disponía de secretaria.
Leonel, Bautista y Pared Pérez |
Bueno,
esas son cosas del pasado de Leonel que contrastan de manera monumental con su
presente. La vida le giró 180 grados y de abogado sin secretaria pasó a
presidente con secretarias y secretarios y subsecretarios a dos por chele. De
joven que se tumbaba para combatir el calor en el piso frío de la sala de su
casa pasó a ser en menos de un cuatrienio el propietario de una fundación que
cuenta con oficinas en New York y donde quiera que hay una embajada dominicana,
además de un edificio en Santo Domingo con todos los lujos, incluyendo una
cancha privada de baloncesto climatizada. De viajar a la intemperie en la
bicicleta de Carmona pasó a moverse por el mundo en jets privados y por todo el
país en helicópteros o en caravanas de vehículos lujosos y blindados.
Y
qué decir de Félix Bautista, las crónicas de su pasado hablan de que ejercía el
oficio de sastre en San Juan, de que en la capital fue comerciante de pollos
matados, de que en 1995 se desplazaba en un Honda 70 vendiendo fundas plásticas
en los colmados y de que vivía en una modesta vivienda alquilada. Hoy en día a
este hombre a quien los peledeístas vitorean como un héroe se le atribuye la
propiedad de un jet privado y par de helicópteros, apartamentos lujosos en el
país y Miami, compañías de construcción de todos los calibres y una fortuna en
dólares y euros cuya extraordinaria cuantía él no puede precisar, porque ya
perdió la cuenta.
No
hay duda de que en el país nadie ha progresado como lo han hecho Leonel y
Félix. Les sobran razones a ambos para quebrar las finanzas públicas en su
tentativa de poner a su preso de relativa confianza Danilo Medina en la
posición desde la cual ellos impedirían su retroceso a una categoría por debajo de las que sustentaban antes del 16 de agosto de
1996.
Por
hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República
Dominicana.
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*Periodista
dominicana residente en Nueva York.-
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