Juan Bolívar Díaz |
El periodista Juan Bolívar Díaz declaró ese sábado que resulta alarmante que periodistas y comentaristas se nutran del espionaje para hacer su labor, como ocurrió con los productores del programa El Sol de la Mañana, que acusaron de “conspiración” al periodista Miguel Guerrero y un grupo de amigos, por un encuentro celebrado en su casa con el candidato presidencial Hipólito Mejía.
Sostiene que, al igual que Miguel Guerrero, no puede entender que colegas “defensores de la libre expresión” denunciaran como conspiración una conversación con un candidato presidencial.
A continuación el texto de la declaración de Juan Bolívar Díaz, director de noticias de Teleantillas, canal 2, y articulista del periódico Hoy:
Yo estuve en la conspiración de Miguel Guerrero
Miguel Guerrero |
Sólo faltó que exhibieran y reprodujeran una grabación del animado diálogo que reprodujo en ese encuentro, la prueba del delito de espionaje, como ya hicieron recientemente primero el gobierno, en presencia del Procurador General de la República, y luego cuatro diputados.
De cualquier forma me parece alarmante que periodistas y comentaristas se nutran del espionaje, si es que ellos mismos no lo ejercen. Al grado de que llegaran a afirmar cuántos fueron los asistentes, que a mi no se me ocurrió contarlos, y hasta trataran de identificarlos.
Si es así debo confesar que soy un conspirador impenitente ya que desde que Danilo Medina se lanzó tras la presidencia de la República he participado en por lo menos tres reuniones de grupos de periodistas
Yo me gradué de espantos hace 42 años cuando en la campaña electoral de 1970 volaron mi automóvil con una bomba y meses después una oportuna confidencia evitó que me volaran la cabeza. Pero debo decir que desde entonces nunca me había sentido tan hostigado por el ejercicio de mi profesión. En aquellos años mataron cientos de personas y algunos colegas también pagaron con sus vidas.
Ahora no hay atentados contra la integridad física, pero sí contra la integridad moral. Como muchos otros colegas siento como nunca un esfuerzo por uniformar la sociedad, por acallar la disensión, por excluir y estigmatizar a los que se consideran desafectos.
El gobierno tiene un aparato de medios de comunicación propio y atrapado como nunca en nuestra historia. Con miles de periodistas y comentaristas asalariados, decenas de ellos multimillonarios, pero quiere acallar a algunas decenas que disienten de ellos.
Como Miguel Guerrero, no puedo entender que colegas “defensores de la libre expresión” denunciaran como conspiración una conversación con un candidato presidencial.
Si es así debo confesar que soy un conspirador impenitente ya que desde que Danilo Medina se lanzó tras la presidencia de la República he participado en por lo menos tres reuniones de grupos de periodistas donde se discutió abiertamente su proyecto.
Dos de ellas fueron en casa del respetable colega Rafael Ovalle, y la tercera en mi propio apartamento de Naco. Un cuarto encuentro colectivo, con un grupo de profesionales, tuvo lugar en casa de un distinguido empresario que apoya a Medina.
En esa misma residencia yo tuve una larga conversación con Danilo y en otras dos oportunidades en la oficina del mismo empresario, la última de las cuales ocurrió en marzo pasado. Siempre fueron conversaciones francas y cordiales, de las que no tengo que arrepentirme. Ni siquiera cuando me atreví a expresar opiniones, a veces sin que me las pidieran.
En el pasado ocurrió lo mismo en reuniones individuales o de grupos de colegas o amigos, con Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez, Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta, Hipólito Mejía, Maximiliano Gómez, Otro Morales, Fafa Taveras, y Rafael Chaljub Mejía. Incluso con Jacinto Peynado y Carlos Morales Troncoso cuando eran vicepresidentes de la nación, y con Leonel Fernández e Hipólito Mejía, antes y durante sus presidencias.
En cada uno de los casos estuvieron en mi casa y yo en la de ellos, excepto los que tuvieron que vivir en el clandestinaje. La primera reunión donde mi amigo Leonel discutió abiertamente las perspectivas de su candidatura presidencial con un grupo de periodistas, ocurrió en mi casa en 1995 y yo además puse la cena y los tragos.
Durante los primeros dos años de su primer gobierno, participé en unas cuatro reuniones nocturnas en casas de amigos, junto a cinco o seis colegas. Y fueron bien francas. Pero amistosas.
Lo mismo ocurrió en la primera mitad del gobierno de Mejía. Observen que en ambos casos apenas llegamos a la mitad del período, lo que puede ser evidencia de que la franqueza nos distanciaba y –desde luego- que no busqué nunca el menor beneficio del poder. Algunos de los citados lamentablemente ya no pueden dar testimonio, pero hay varios vivos que son bien importantes.
Me produce una pena inmensa toda la mezquindad y la infamia que se practica en esta campaña electoral. Y crecen mis temores de que degenere en terror y en silencios, y por otra de que las pasiones desenfrenadas desgarren una vez más la débil institucionalidad democrática nacional.
Nunca me he declarado neutral en nada y a mis alumnos siempre les he predicado la militancia activa, jamás la pasividad. Pero también les he invitado siempre a la tolerancia con la diversidad, al aprecio de la pluralidad y al respeto a la honra aún de los mayores contradictores. Me alarman tantos esfuerzos por la estigmatización y el aplastamiento que se manifiestan en los últimos años contra los que disienten del discurso oficial.
Tomo prestada la interjección que ha acuñado ese otro conspirador que es Andrés L. Mateo: ¡Oh Dios! Y la oración con que culmina sus enjundiosos artículos el colega de la diáspora Rafael Calderón: Que Dios se apiade de la República Dominicana.
Miguel Guerrero reacciona
De su lado, el periodista
y escritor Miguel Guerrero desmintió a los comentaristas radiales Julio
Martínez Pozo, Euri Cabral, Maria Elena Núñez y Víctor Gómez Casanova, los
cuales lo acusaron de conspirar contra el gobierno y contra el “triunfo”
electoral de Danilo Medina.
En una declaración entregada a
Acento.com.do, Guerrero dice que los comentaristas lo acusaron de participar en
la supuesta reunión conspirativa junto a un grupo de periodistas y el candidato
presidencial Hipólito Mejía, del opositor Partido Revolucionario Dominicano
(PRD).“Quiero expresar mi profunda preocupación ciudadana por la peligrosa situación a que hemos llegado en el país, en la que, como en los viejos tiempos de la tiranía, se quiere intimidar a la gente pretendiendo hacer ilegal reunirse pacíficamente con un candidato, espiando a los ciudadanos en sus hogares”, expresó.
Indicó que como profesional del periodismo también expresa su profunda consternación porque se utilice la radio para denigrar a ciudadanos por el sólo hecho de ejercer sus derechos de forma civilizada.
Condenó que se levanten falsos expedientes contra ciudadanos decentes, poniendo en peligro su seguridad y la de sus familias, “en medio de un proceso en que el país se lo juega todo, incluso su más elemental aspiración de alcanzar cierto grado de adecentamiento de la vida pública”.
“Quiero informar que esa no fue la primera ni será la última reunión que yo celebre en mi casa con el señor Mejía y que no hemos podido celebrarla con el señor Medina porque éste, con quien me he reunido varias veces en mi oficina, no ha querido concederme ese honor”, advirtió.
A continuación el texto completo de la respuesta:
Declaración del periodista y escritor Miguel Guerrero frente a aviesas acusaciones lanzadas por la radio
Durante muchos años, he hecho una costumbre reunir en mi casa a un grupo de amigos, en su mayoría periodistas, para escuchar a personalidades de la vida nacional, en el campo de la política, los negocios, la cultura y el deporte. En ocasión de la puesta en circulación de algunas de mis obras, las reuniones han sido con libreros y críticos literarios.
En cada campaña electoral, las citas me permitieron tener en mi residencia a candidatos y políticos. El actual presidente fue en 1996 uno de esos invitados, tan cercano a las elecciones que llegó a acusárseme de parcialidad.
Por casi dos años, he intentado sin éxito de hacerla con Danilo Medina. Las gestiones con el candidato del PLD, a través de uno de sus voceros, Rafael Ovalles, quien por mucho tiempo compartía los comentarios en mi programa y a quién confié por respeto a las ideas ajenas el segmento de entrevistas, el más importante del espacio, no recibieron respuesta.
Quiero expresar mi profunda preocupación ciudadana por la peligrosa situación a que hemos llegado en el país, en la que, como en los viejos tiempos de la tiranía, se quiere intimidar a la gente pretendiendo hacer ilegal reunirse pacíficamente con un candidato, espiando a los ciudadanos en sus hogares
En el programa radial que conducen Martínez Pozo, Euri Cabral, Maria Elena Núñez y Víctor Gómez Casanova, se dijo este viernes que el lunes pasado nos habíamos reunidos un grupo de catorce periodistas con el señor Hipólito Mejía, para conspirar contra el gobierno y desprestigiar lo que ellos llamaron el triunfo electoral del señor Medina y crear una situación de inestabilidad en el país. También se dijo, sólo Dios sabe con qué malsanos propósitos, que entre los invitados había un funcionario de un prestigioso banco comercial, lo cual es incierto.
Quiero informar que esa no fue la primera ni será la última reunión que yo celebre en mi casa con el señor Mejía y que no hemos podido celebrarla con el señor Medina porque éste, con quien me he reunido varias veces en mi oficina, no ha querido concederme ese honor.
El señor Mejía es un amigo que aprecio y a quien he tratado desde los días en que se desempeñaba como Ministro de Agricultura, durante el gobierno de don Antonio Guzmán. Durante la presidencia del señor Mejía fui un crítico de sus ejecutorias y la esencia de muchos de mis escritos inspiró después mi libro “Tocando fondo”, que es una historia de la crisis económica del año 2003, originada en el más grande de los crímenes económicos contra la República: la quiebra fraudulenta del Baninter.
Mis críticas a su gestión, que pueden leerse en mi columna de El Caribe desde agosto del 2000 hasta agosto del 2004, nunca afectaron esa relación y él siempre ha expresado respeto por mis ideas y yo, desde mi perspectiva de periodista, también he respetado las suyas.
De manera pues que no tendría reparo alguno en reunirme cuantas veces el señor Mejía quisiera honrar con su visita el hogar donde nacieron y he visto crecer a mis hijos, sea en un plano estrictamente personal o en la grata compañía de aquellos colegas y amigos que estuvieron en nuestra más reciente reunión del lunes en mi apartamento.
Las temerarias e irresponsables acusaciones lanzadas en el programa de los señores y la dama señalados, me obligan a hacer la siguiente reflexión que todo ciudadano preocupado por el curso que lleva la nación tiene también el deber de hacerse:
¿Desde cuándo en un país democrático, constituye una actividad conspirativa reunirse con un candidato de oposición, o reunirse, lo que no fue el caso, para darle apoyo, o reunirse, tampoco fue ese el caso, hablar mal de un gobierno?
La señora Núñez me llamó por teléfono para que diera una explicación de la supuesta conspiración urdida en mi casa denunciada en su programa por el señor Martínez Pozo. Le dije lo que correspondía, que no tenía que darle satisfacción alguna, porque nadie tiene derecho a fisgar lo que hago en la mía, como no es asunto mío lo que él o ellos hagan en las suyas, un derecho que nadie puede regatearles ni acusarlos por ello de conspirar para evitar el triunfo de la oposición.
Ante todo esto, quiero expresar mi profunda preocupación ciudadana por la peligrosa situación a que hemos llegado en el país, en la que, como en los viejos tiempos de la tiranía, se quiere intimidar a la gente pretendiendo hacer ilegal reunirse pacíficamente con un candidato, espiando a los ciudadanos en sus hogares.
Y expresar como profesional del periodismo mi también profunda consternación porque se utilice la radio para denigrar a ciudadanos por el sólo hecho de ejercer sus derechos de forma civilizada, levantando contra ellos falsos expedientes que ponen en peligro su seguridad y la de sus familias, en medio de un proceso en que el país se lo juega todo, incluso su más elemental aspiración de alcanzar cierto grado de adecentamiento de la vida pública.
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1 comentario:
Ya ni quiero expresar que es penoso lo que esta pasando con aquel 'Cuarto Poder de antaño'porque no es pena es 'Verguenza' lo que siento por esos dizque llamados periodistas a sueldos: Gomez Casanova,Nuñez,Cabral y Martinez Pozo. Verguenza de que sean dominicanos, verguenza de que quieran cotejar como periodistas y sobre todo verguenza de que,nos obliguen a escuchar todas esas vacuencias. La falta de educación se nota.
V.S. Rodriguez
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