Por Rafael Calderón*
El 20 de mayo el asunto no será una
elección entre Hipólito Mejía, por un lado, y por el otro Leonel Fernández,
Danilo Medina, Margarita Cedeño y Miguel Vargas. Lo que indicará cada voto que
caiga en las urnas es la particular decisión por la democracia o la dictadura
de cada uno de los votantes.
Cualquiera que se deje llevar por la
propaganda masiva, por los millares de comentaristas y periodistas bajo sueldo
en el gobierno y por los medios que llenan sus espacios de acuerdo a los
intereses de Leonel, concluirá en que la democracia está fea para la foto,
porque la encarna Hipólito, quien no sabe disimular y comete muchos “errores”,
el mayúsculo de los cuales lo arrastra desde 2003; mientras que del lado de la
dictadura lo que hay son aciertos y, sobretodo, riqueza personal, con Leonel
como el portaestandarte que movió a sus colaboradores de la abulia de la inopia
a la agresividad de la avaricia que le mantiene en expansión la necesidad de
acumular cada día más millones de pesos y dólares.
Usted sabe que -de acuerdo con lo que
nos han repetido millones de veces durante las tres contiendas presidenciales y
las dos congresuales de 2004 para acá- el error mayúsculo de Hipólito fue “el
mal manejo” (no se quedó callado) en relación con el fraude del Baninter. Él no
aprovechó el poder que tenía para tapar lo que estaba ocurriendo, algo que
durante su primer gobierno Leonel tapó muy bien, a gusto y en agradecimiento a
que Ramoncito Báez lo había puesto en su nómina de asesores jurídicos.
El “error” de Hipólito de denunciar lo
que estaba pasando colocó, de inmediato, una caterva de medios y periodistas
detrás de Leonel, los cuales le son leales hasta hoy, debido a que anualmente
les destina para su consumo unos $10 mil millones del pastel presupuestal del
país.
Leonel y su prensa han afirmado durante
casi 10 años que el culpable del fraude bancario fue Hipólito. La mayoría del
país creyó en eso a fe ciega el 16 de mayo de 2004. Pero, aunque el país dio
por cierto lo dicho, lo ocurrido de allá para acá es toda una paradoja, porque Leonel
no fue capaz de evitar que sus amigos banqueros fueran a parar a la cárcel en
su propio gobierno, mientras que el señalado como culpable está a un tris de
regresar triunfante a la presidencia.
No voy a entrar en detalles de los demás
“errores” en lo que incurre Hipólito pronunciando verdades ofensivas, para no
quitar espacio a los muchos “aciertos” de Leonel y su ejército de prensa,
quienes nos han demostrado el extraordinario poder que tienen para proteger sus
baluartes y atacar con todas las armas en procura de consolidar su dictadura.
Leonel Fernández, Danilo Medina e HÍpólito Mejía |
El acierto mayúsculo de Leonel y sus
medios en estos días, sin duda, es haber sacado de la palestra pública a Félix
Bautista. En torno a este baluarte del peledeísmo, a quien Leonel protege con
orgullo paternal, se construyó un muro inexpugnable que no admite opiniones que
cuestionen a ese osado maestro de la corrupción en la construcción, además de
potentado senador.
Otro “acierto” grande de Leonel y su
prensa es haber bloqueado la denuncia de que Danilo Medina por años se mantuvo
engañando tranquilamente al país con relación a su supuesto título de ingeniero
químico. Es grandioso lo que han logrado para seguir promoviendo sin ningún
rubor a un mentiroso para el cargo de presidente de la República, en realidad títere
de la dictadura si lo arreglado en la Junta Central Electoral les funciona.
Claro que al país le está saliendo inmensamente caro el asunto, porque el
presupuesto inicial de la campaña hecho por Leonel fue de $40 mil millones,
cifra que hace rato fue superada.
Sin duda que a Leonel también hay que
anotarle entre sus “aciertos” el haber reducido al ingeniero Miguel Vargas
Maldonado de contendor suyo en la carrera presidencial en 2008 a colaborador
dentro del PRD con la desprestigiada categoría de Caballo de Troya. Lo cierto
es que la desguabinada que Leonel le ha dado a Miguelito después del pacto de
las corbatas azules no tiene parangón en materia de engaño político; lo arruinó
en todos los órdenes.
Y el “acierto” de todos los “aciertos”
que cohesiona la vocación dictatorial del peledeísmo es la armonía, la convicción y la intención de sus
dirigentes de hundir por completo el país antes de soltar el poder, con el
apoyo de su ejército de prensa.
El próximo día 20 toca, pues, a cada uno
de nosotros escoger si con su voto entrega a nuestro país a la democracia o la
dictadura.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de
bendiciones, y se apiade de la República Dominicana.
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Es un periodista dominicano residente en
Nueva York.
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