viernes, 20 de abril de 2012

Una carta para Hipólito Mejía


CARTA ABIERTA A HIPÓLITO MEJÍA

Saludos, don Hipólito

Me va a excusar que no lo llame presidente todavía; eso está por verse y me queda alguna esperanza de que este pueblo entre en sus cabales. Declino también llamarle “Papá”; yo conozco al mío y, a mi entender, ese es un título que no se presta a la mojiganga. Por otro lado, así le decían a François Duvalier y todos sabemos cómo acabó eso… Ni de juego me sumo a la alabanza paternalista de nadie. Ese tipo de irresponsabilidades suele costar caro.

Le diré don, por ahora, en honor a sus años.

Todo parece indicar, don Hipólito, que usted va a ganar las elecciones. Los desmanes de un peledeísmo criminal, avariento, insaciable, voraz, pervertido y desaforadamente anti-boschista han empujado a este pueblo a la amnesia: se levanta, colosal, hidrocefálico, babeante,  y aparta de sí el cuchillo de matarife que lentamente lo degüella, pero no para salvarse, sino para más cómodamente entrar la cabeza en el lazo de una horca. Huyó de usted, este bebé colosal que gatea sin pañales por el territorio nacional, y se ocultó en las faldas de Leonel… No le gustó lo que encontró ahí y ahora se devuelve, buscando solaz en donde no lo hallara durante el 2000-2004…

La historia no es algo que le preocupe mucho a los líderes actuales… a muy poca gente, de hecho. Los conspiradores del atentado a la vida de Adolf Hitler del 20 de julio de 1944 se entregaron a la faena sospechando que les iría mal, que no podrían cambiar nada. Casi todos alegaron que lo hicieron de todas formas para que la posteridad supiera que, durante ese período de locura nazi, hubo alemanes bragados e íntegros que hicieron lo que pudieron. Podría afirmarse que de igual manera actuó Caamaño y sus seguidores constitucionalistas. Con ese espíritu escribo esta carta, sin ninguna esperanza de que pueda siquiera ser entendida. Lo hago para que la posteridad (que sí me importa, que me importa mucho) sepa que existieron hombres y mujeres cuerdos en este paisaje de insania. Con todo, me gustaría, don Hipólito, que si lo hacen presidente de nuevo tuviera la bondad de cumplir con los puntos a continuación. Y como es una carta abierta, recomiendo a mis lectores que impriman esta lista y la peguen en algún lugar visible para que no se les pierda en estos próximos cuatro años (la puerta de la nevera es ideal). Vayan tachando las que don Hipólito cumpla.

  1. Encarcele a Leonel Fernández y a toda su cohorte. Luego de una investigación meticulosa, claro está. Después de que usted haga eso, por mí puede hacer todos los chistes que quiera. Y si van presos, que sea presos de verdad, no presos tipo Álvarez Renta, a quien aparentemente le han permitido cumplir su sentencia en Sofía’s.
  2. Deslíguese de Pepe Goico. Por favor… ¿Cómo perseguir de manera convincente a un Félix Bautista, por ejemplo, conservando la cercanía de alguien como Pepe? Apunte a la coherencia; esa debe ser la virtud más codiciada de un líder. Si le hace falta inspiración, recuerde a Peña… O mejor: recuerde a Bosch. No olvide que su partido también es hijo del profesor, por más que su hermano menor morado quiera hacerse pasar por hijo único.
  3. Persiga realmente la corrupción. Designe a un verdugo para que dirija la DPCA. Óigame bien: a un VERDUGO. Y no se meta más con él o con ella. Déjela hacer su trabajo. Y de paso resucite el proyecto del Ombudsman o Defensor del Pueblo.
  4. No hable en público. O hágalo lo menos posible. Sobre todo si viaja al exterior. Callar es de sabios y no todo el mundo entiende su humor. Para hacernos reír está Boruga, Boca de Piano, Raymond Pozo y el Cardenal López Rodríguez. Usted está ahí para gobernar un país y asegurarles a los ciudadanos reglas limpias en su carrera hacia la prosperidad y la felicidad.
  5. No viaje tanto. El horno no está para galletitas. Los días de la bonanza auspiciada por Baninter son cosa del pasado. Usted lo sabe mejor que nadie, pues tuvo suficiente gravilla en el vas deferens para trancar a su amigo Ramoncito. Este cuatrienio que viene es para recogerse, reenfocarse, trabajar duro y tratar de salvar al país del cataclismo morado.
  6. No persiga a sus detractores y críticos. De lo contrario, el primero que irá preso seré yo. Recuerde que el mejoramiento de una sociedad surge del debate de las ideas, de contraponer, negociar y consensuar, siempre sobre la base de la razón. Si usted tranca a todo el que se le oponga, el colectivo se torna en un soliloquio que empobrece y que, casi siempre, erosiona el desarrollo del país. Sea paciente con la parodia, con la sátira: la capacidad de reírnos de nuestros líderes fortalece a la ciudadanía. De modo que la próxima vez que el diablo le gane unas encuestas, ríase, no mande a trancar a nadie.
  7. Deje tranquilas a las Fuerzas Armadas. O bien deshágase de ellas. Disuélvalas. Mantenga dos o tres compañías en la frontera por si a Martelly se le zafa el único tornillo que le queda. Basta con hacer un balance lógico: qué beneficios nos reporta seguir manteniendo a todos esos guardias vs. qué problemas nos acarrean constantemente la indisciplina y deshonor de nuestro ejército. Todos conocemos la índole de noticias en las que siempre están involucradas las FF.AA. Quizá estoy equivocado. Quizá el balance revele que mantener a las FF.AA. reporta más beneficios que problemas. Pero el balance hay que hacerlo.
  8. Asigne el 4% a la educación. Y encarcele a quienes se atrevan a tocar el dinero de nuestros jóvenes. ¿Hace falta, a estas alturas, explicarle a usted que solo los países que invierten en la educación de su gente han podido dar saltos cualitativos en el desarrollo de sus sociedades?
  9. Reduzca la nómina gubernamental. La población está pensando reelegirlo para que sea AUSTERO, no para que permita más relajitos con el erario. Menos es más. Vuélvase loco eliminando botellas, disolviendo comités, desmantelando dependencias redundantes, acabando con nominillas e igualas.
  10. Desbande el aparato judicial y renuévelo. Habrá que corregir el desastre que ha hecho el PLD en la rama judicial, pero no para sustituirlo con otro desastre. Expulse a los jueces que aceptan sobornos, sean del partido que sean. Todos saben quiénes son. Coloque magistrados probos e íntegros. Podrá reconocerlos fácilmente: son pobres. Tienen la increíble noción de que la justicia existe. Desígnelos. Y déjelos hacer su trabajo en paz.
  11. Encarcele a los truhanes de la Junta Central Electoral. Siempre que sea posible demostrar sus fechorías, por supuesto (y eso no ha de ser difícil). Desbándelos, pero no para colocar simpatizantes del PRD. Ese tipo de actuaciones suma cero. Todo queda en lo mismo. Tiene usted la potencial y maravillosa oportunidad de hacer las cosas bien esta vez. Aprovéchela.
  12. No pelee con Participación Ciudadana. Esa organización está ahí para colaborar con el estado en la construcción de un mejor país. No mande a sus dirigentes a hacer campaña o a convertirse en un partido cada vez que quieran inmiscuirse en la cosa pública, como solía hacer durante su cuatrienio. La cosa pública es de todos, y usted gobierna ciudadanos y ciudadanas, no miembros de un partido político. Ajústese a tiempos nuevos en que los dominicanos y dominicanas están empoderados de sus roles en la sociedad y quieren participar activamente del destino de la república. La época de los caudillos y los “papás” pasó.
  13. No endeude más al país. Repajile a los coyotes del FMI, esos sepulcros blanqueados, esos buitres. Como usted, creo que la exportación es una vía inteligente (entre muchas otras) para generar divisas y fortalecer nuestra moneda. Pero, ¿qué tal si en lugar de malangas (o además de ellas) exportáramos microchips, pantallas planas, controles de PlaySation, medicinas? ¿O es que aquí para lo único que damos es para fumigar arroz? Yo no creo. Salgamos de esta deuda colosal que solo ha servido para que los funcionarios del PLD se construyan torres, se compren carros y funden compañías transnacionales.
  14. No se refiera a su pene. En la medida de lo posible, por favor. Y no lo compare con una yuca.
  15. Ceda su turno. Esta sí que es difícil. A ver: yo le pido, en nombre de toda la ciudadanía, que no permita que su cohorte piense que “llegó el turno del PRD”. No permita, por Dios, si es que usted cree en seres sobrenaturales, que esto se convierta en un quítate tú pa ponerme yo. No permita que el PRD llegue al poder pensando que le toca a ellos ahora hacer fiesta. No hay tal fiesta, solo ruinas, devastación social y económica, desgaste moral, pérdida de rumbo. Entren al poder con solemnidad, con el semblante sombrío de los que deben enfrentarse a desafíos descomunales sin posibilidad de recompensa, con el talante de hombres y mujeres que vinieron a joderse, a dejar el pellejo, con verdaderas ganas de sacrificarse.

Sé que muchos de mis lectores tienen que estar malos de la risa con esto último, pero no importa. Quizá también usted está doblado por la mitad riéndose. Tampoco importa.

Lo cierto es que este país necesita un líder lo suficientemente loco como para renunciar a prebendas, distribuir y compartir su poder, perseguir a sus amigos cuando sus amigos se apropian de lo que no es de ellos y defender posturas justas, aunque lo debiliten frente a su partido… Lo suficientemente loco como para aceptar terminar peor, económicamente, de cómo empezó.

¿Se siente cualificado para el reto? Fracasar, en este caso, es confirmar que usted no es fundamentalmente distinto de Leonel, y que el PRD es, esencialmente, la misma criatura que el PLD. Pero eso pronto lo sabremos.

Sin más,

Pedro Cabiya







Tomado de <a href=” http://cabiyawriter.wordpress.com/2012/04/16/carta-abierta-a-hipolito-mejia/”> cabiyawriter.Wordpress.com</a>


1 comentario:

lola dijo...

Estoy con usted por completo

PENSAMIENTO DEL DÍA

"Un ejército de ciervos dirigido por un leon es mucho mas temible que un ejército de leones mandado por un ciervo". Plutarco