sábado, 3 de diciembre de 2011

Hay cosas que nacen dañadas

Por Roberto Rodríguez

A propósito de fin de año, el cual encuentra al consulado dominicano en Boston sumido en una vergonzosa situación de crisis institucional, se me ocurre reproducir este breve artículo que publiqué para esta misma fecha, en el 2009, en el periódico Siglo21, donde entonces era su editor y escribía una breve columna titulada “Tiro al blanco”.

A lo mejor si me hubiese dedicado a leer la bola de cristal –con y sin modestia—probablemente no hubiese tenido la certeza que registra el siguiente comentario de hace justo dos años acerca del personaje que todavía hoy sigue siendo motivo de desagradables temas de conversación entre los dominicanos, particularmente los que vivimos en Nueva Inglaterra. Esa entrega de “Tiro al blanco” de 2009, la cual titulo ahora con “Hay cosas que nacen dañadas”, no fue más que una premonición porque, precisamente eso, es lo que ha ocurrido con Domínico Cabral, alguien que nació dañado, y una historia que la conoce el mundo, para vergüenza de quienes amamos el país,  hoy en manos inescrupulosas y desaprensivas. Aquí está la entrega in extenso:  

“El Cónsul General dominicano en Boston (Massachusetts), doctor Dominico Cabral, esbozó los que considera los principales logros de la sede durante el año 2009 y entre los que figuran programas sociales, consulados móviles, asistencia a presos, encuentros comunitarios, cenas navideñas, entrega de regalos a hijos de deportados y defensa de los derechos civiles de los criollos radicados en la zona. “Nuestro mejor logro es la satisfacción de la comunidad”, dijo el doctor Cabral al resumir que “desde la sede se trabaja no sólo a nivel material, sino también en eventos que mantienen vivos los valores culturales y las tradiciones de los dominicanos en el exterior”.

Esta es la entrada de una historia con una salta de fabulaciones que se hizo publicar el Cónsul Dominicano en Boston en un periódico dominicano con motivo de fin de año. No respeta ni un fin de año para engañarse a sí mismo. De la misma forma que engañan a los ejecutivos del periódico dominicano, El Nuevo Diario, a su propio partido y a su jefe superior, el Presidente de la República. En lo que respecta a ese periódico dominicano, y su corresponsal en Nueva York, Miguel Cruz Tejada (Rómica) son los únicos que se hacen eco de estos disparates. ¡Vaya usted a saber por qué!

Por cosas como ésta es que una vez, el año pasado, publiqué un artículo con el título “Un Cónsul no habla mentiras”, dedicado precisamente a Cabral. No obstante, ahora se me ocurre que a Cabral hay que reconocerle las bolas de teflón que le cuelgan entre las piernas. Tiene la “decencia” de no hablarle esas mentiras a la comunidad local. Esas falsedades no salen en ningún medio local. No porque se le niegue acceso, sino porque el funcionario sabe que tendría que salir a la calle con una careta cuando la comunidad se entere de esos supuestos logros que según el funcionario beneficiaron a los dominicanos de Nueva Inglaterra en 2009.

Cabral sabe que no representa a nadie, que sus llamados logros sólo existen en su mente, que amplios sectores han criticado y rechazado la deficiencia del servicio consular, los altos costos que se cobra por cualquier trámite, la indiferencia hacia los problemas de la comunidad, los vergonzosos escándalos recientes en la sede y, sobre todo, por indecoroso y falto de respeto a la honorabilidad consular.-




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